9 oct 2014

La Brisa

La brisa

El viento se arremolino en sus pies mientras el joven miraba hacia el vacío. Estaba parado en la cornisa de un edificio mirando a la ciudad. Siempre había admirado la belleza de la urbe desde el edificio más alto de la misma, pero nunca se había atrevido a subirse a la cornisa… hasta hoy.
Pudo sentir como el viento que corría por ahí se concentraba en sus piernas y luego seguía su camino. El joven sintió un impulso inexplicable y dio un paso hacia la nada; cerró sus ojos, estiro la pierna y piso con firmeza, como si supiera que había suelo. El joven apretó las mandíbulas y los ojos esperando lo peor, pero nada pasó. Abrió los ojos y vio como su pie estaba afirmado al aire mismo.
No lo podía creer. Hizo fuerza, zapateo. Nada pasó, podía afirmarse como si se tratara de una placa de cristal tan pulida y limpia que parecía no existir.
Sin pensarlo dos veces dio otro paso y se vio parado en el aire. Sintió una increíble confianza, tanta que antes de gatear corrió. Corrió, corrió y corrió metros y metros, esquivando antenas de edificios sintiéndose sumamente libre.
Luego de estar unos minutos recostado en la nada alternando mirar al cielo y al suelo, donde los autos se veían como pequeños insectos de colores diversos y divertidos, el joven comenzó a pensar que si podía caminar, seguramente también podría volar.
Se afirmo al suelo y saltó con todas sus fuerzas, pero no hizo más que saltar unos cuantos centímetros y caerse en el mismo lugar.
El joven no se rindió, corrió unos metros y salto hacía adelante, con ambos brazos extendidos, pero no logró nada más que caer y desplomarse en el aire.
Estuvo varios minutos intentándolo, pero decepcionado volvió al edificio donde había empezado su travesía y bajo por las escaleras.
Una vez en tierra, una brisa paso por entre sus piernas y se perdió en el aire.
En el viento podía escucharse un eco que decía: Que tristeza. Uno les da la posibilidad a los humanos de ser libres, y ellos se encierran en sus mentes.

7 feb 2013

IF-Capitulo1- El Niño


Capitulo 1
El Niño


Milo era un joven solitario de 18 años. Vivía con su madre en una casa desvencijada que de un momento a otro se desplomaría contra el suelo. Su vida era monótona y corriente, nada extraordinario le sucedía. No tenía novia, ni amigos, ni conocidos. No confiaba en nadie.
Una tarde salió a caminar para despejar su mente de todo pensamiento y disfrutar de la compañía de la música.
Mientras caminaba por las solitarias callejuelas de la ciudad, el joven sintió un escalofrió que bajó desde su cuello por la columna vertebral hasta su cóccix. Sin dudarlo dio media vuelta sobre sus talones y corrió en dirección a su casa.
Cuando llegó, vio como un humo negro que  escapaba por las ventanas de la segunda planta. Sin dudarlo un segundo entró a su casa y se apresuró a buscar a su madre.  Recorrió cada habitación, cada rincón, cada centímetro de la primera planta sin tener suerte. Subió al primer piso y cubriéndose la boca con la manga de su buzo comenzó a entrar en las habitaciones mientras comenzaba a derramar lágrimas.
Cuando entró al cuarto de su madre Milo se quedo quieto, llevó las manos a su cara, y gritó un largo rato. Luego cayó de rodillas al piso y su voz se perdió en su garganta. No podía creer lo que sus ojos habían visto. Su madre yacía muerta en su cama. Quien haya sido el asesino tenía la mente muy perversa, ya que había cercenado la cabeza de la mujer, amputado sus brazos y roto sus piernas.
El joven posó su pie sobre el suelo y sin dudarlo o temblar se incorporó. Dio media vuelta, y tras salir de la habitación cerró la puerta. Corrió hacia la ventana que daba al patio y la abrió. Alzó su cuerpo sobre la misma y se dispuso a zambullirse contra el suelo. Pero cuando estaba a punto de saltar, el fuego llegó a un medidor de gas y la explosión lo impulsó a través de la ventana  hacia el patio.
Cuando al fin volvió en si, se vio rodeado de luces, y en un cuarto blanco. Con una única ventana, justo frente a él, la cual tenía cortinas verdes.
Desesperado comenzó a revolear su mirada a uno y otro lado, intentando dilucidar donde se encontraba.
Un grito estremeció al hospital en su totalidad, y un grupo de enfermeras se apresuró al cuarto donde se encontraba un joven con quemaduras de segundo grado, cortes en la espalda, y un enorme golpe en la cabeza.
“¿Qué pasó?” pregunto una de las enfermeras, mientras se acercaba lentamente al joven que se hallaba dándole la espalda.
“Mamá” dijo Milo, mientras comenzaba a pararse lentamente.
“No, no podés pararte. Estás muy lastimado, vas a tener que quedarte tres días más como mínimo” Dijo la enfermera mientras posaba su mano en el hombro de Milo.
“¡MAAAMAAAAAAÁ!” gritó el joven. Al hacerlo, la enfermera que había puesto su mano en el hombro del joven la quitó inmediatamente, mientras se la soplaba debido a que se había quemado.
Milo se paró, arrancó las agujas de los sueros, y sin meditarlo dos veces corrió hacía la ventana y saltó a través de ella.

18 dic 2012

Ignem Feram

El siguiente cuento es una especie de introducción a algo mas largo. Si les gusta el estilo, la historia... o como escribo, comenten así se si seguir publicando la historia.

Ignem Feram



Mientras el joven caminaba por las callejuelas vacías, olvidadas por la civilización, las gotas de lluvia caían ametrallando el piso con el dulce sonido que producen la infinita cantidad de lagrimas de cielo cayendo y estrellándose contra el pavimento, humedeciéndolo y acumulándose sobre el mismo, generando así charcos que sirven de cama para las gotas venideras. El muchacho estaba solo, únicamente acompañado por su alma y los latidos de su corazón. A medida que avanzaba por el camino, con rumbo incierto, y caminar pesado, podía verse como las gotas al rozar las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por su vestimenta, se evaporaban al instante de tocarlo, creando alrededor del caminante una especie de aura blanquecina que le daba una apariencia espectral.
El silencio de la noche se vio interrumpido por una enorme carcajada que dejó a quienes la escucharon helados. Segundos más tarde se pudo oír una enorme explosión y las sirenas de bomberos y  policía en su carrera contra el tiempo para cercar la zona, salvar victimas y  apagar el incendio.
“Una persona, joven… de entre veinte y treinta años se paró frente al edificio y después de reírse como un loco, hizo que el edificio estalle en llamas. Podría jurar que el fuego que desató el incendio  salió de sus manos, pero eso es imposible” afirmó un testigo a las cámaras de televisión y miro al cielo tratando de encontrar dibujado en las nubes el secreto de la masacre de la noche anterior. Mientras tanto, un joven llamado Milo se paseaba por las calles portando una sonrisa de oreja a oreja. El muchacho caminaba por entre las personas que se volteaban a ver su extraño atuendo: Un chaleco negro que le llegaba hasta los tobillos, abierto de manera tal que su torso desnudo quedaba descubierto. Un pantalón negro y ajustado. Un par de botas negras y altas hasta las rodillas. Y su cabeza la recubría una capucha negra, proveniente del chaleco, que solo permitía ver la sonrisa del joven. Mientras la persona ataviada en negro se paseaba por las calles la gente no podía evitar voltear su cabeza para verlo pasar y preguntarse “¿Quién puede llevar tan poca ropa en invierno?”.
Después de transitar varias cuadras, el muchacho se detuvo en seco, giro sobre sus talones e ingresó en un banco. “Señor descúbrase la cara por favor” dijo el guardia de seguridad del banco mientras el muchacho pasaba por su lado. “Dije que se descubra la cara. Si no lo hace voy a tener que pedirle que se retire”. Mientras el guardia hablaba, el joven retrocedió sobre sus pasos y se paro al lado del guardia de seguridad. “¿Qué fue lo que dijiste? No pude escucharte por el quilombo que hay acá adentro” dijo el muchacho mientras giraba lentamente su cuello en dirección al guardia. “Que, que…” balbuceo el guardia “¿Qué?” grito el joven mientras tomaba al guardia por el cuello. “Por si no se dieron cuenta ya, esto es un robo. Todos al piso, los cajeros a poner plata en esta bolsa” dijo y lanzo un bolso en dirección a los cajeros. “Vos mientras tanto… dale calor a la gente que tiene frió” dijo el muchacho y miro al guardia mientras su cara comenzaba transpirar. Segundos más tarde una llama se genero en la muñeca del muchacho y comenzó a avanzar en dirección a quien sujetaba por el cuello, consumiendo por completo la mano del joven y haciéndose paso por el cuello del hombre. “Acá tienen una estufa natural” grito el maleante y lanzo el cuerpo en llamas del guardia de seguridad que se estrello contra el suelo. El olor a carne cocida, a ropa quemada y a pelo derretido era nauseabundo, muchos de los allí presentes comenzaron a gritar en un estado de histeria generalizado. Otros tantos lloraban en silencio mientras le rogaban al cielo que no fueran los próximos en estallar en llamas. “¿Ya terminaron? Pero que lentos que son, ¡por dios!” exclamo el joven mientras se acercaba a los cajeros y de mala gana tomaba el bolso repleto de billetes. “Muchas gracias a todos. Fue un placer robarles hoy. Nos veremos” y al decir esto, el joven, lanzó una bola de fuego al piso que estallo generando una nube de humo que uso para escapar.

23 abr 2012

El poder de la mujer


El poder de la mujer:

7:00 a.m. sonó el despertador con su estridente y enfermiza melodía, anunciando que ya era hora de levantarme de mi cama y comenzar con mi monótona y aburrida vida diaria.
Con pesadumbre alcé mi mano de su letargo y toscamente la aproxime al reloj y la deje caer silenciándolo de una vez.
Levante mi torso de su estado de letargo y me senté en la cama meditando lo que iba a ser mi día. Bostecé y me estire tratando de ahuyentar los últimos vestigios de sueño de mi cuerpo.
Posé mis pies descalzos sobre la fría superficie del piso de mi cuarto. Y un escalofrió recorrió mi cuerpo, desde la base de mi espalda hasta mi cuello.
Ayudado por esa sensación horrible, que me hacia sentir vivo ya que mi vida era un sinsabor, logré levantar mi cuerpo de la cama, di un paso y otro para poder poner en marcha a mi cuerpo, pero de mas esta decir que fue en vano.
Estiré mi brazo, tome la canilla del agua fría y le di vueltas para darle paso a su caída hacia mi cuerpo. Luego tome la del agua caliente, y repetí la acción para adecuar la temperatura del agua a mi cuerpo. La sensación de sentir el agua helada recorrer mi cuerpo estremeció cada milímetro de mi piel y tenso cada músculo de mi cuerpo, haciendo que cada terminación nerviosa de un envié destellos eléctricos de frío e incluso dolor a cada punto de mi cuerpo. Cuando ambas corrientes se encontraron en la cañería y la temperatura fue adecuada a la fría mañana de invierno que estábamos viviendo los argentinos mi cuerpo se calmo, y logro iniciar el lento proceso de comenzar a vivir el largo día rutinario y aburrido.
Camisa blanca, jean azul oscuro, corbata negra, sweater negro escote en V, medias de vestir y zapatos negro. La misma combinación monocromática y aburrida todos los días, sin variar nada, ni los colores, ni las combinaciones. Todos los días era verme en el espejo uniformado, con mi cara demacrada por el estrés y el cansancio.
Tres cucharadas de café, dos de azúcar, agua hirviendo hasta los ¾ y medio de la taza y luego un toque de leche, y tres tostadas con manteca eran mi desayuno todos los días, y ese día no fue diferente.
Tomé lo único personal que usaba cada día, un saco gris largo hasta las rodillas, y me dispuse a salir de mi pequeño mundo personal hacia las furiosas y selváticas calles de la sociedad metropolitana de Buenos Aires.
Caos de transito, siempre lo mismo, embotellamientos, choques, nunca cambia. Llegar al edificio donde trabajo era una proeza de todos los días. Siempre leía sobre los choques, pero nunca fui protagonista de uno, por suerte o desgracia.
Cerré la puerta del auto con un golpe seco pero no muy fuerte y puse el seguro, gire las llaves en mi dedo índice y las guarde en mi bolsillo derecho, como todas las mañanas.
Saludé a los recepcionistas y subí al piso que era mi prisión durante ocho largas horas intervenidas por 30 minutos para almorzar, ese era el momento en el que dejaba mi cubículo carcelario y comía un sándwich insípido del buffet.
Todos mis compañeros estaban esperando que llegase el jefe para saltar a sus pequeñas porciones de cárcel a fingir que trabajan para ganarse una miseria que apenas sirve para pagar todo lo que pagamos y comer medianamente bien todos los días del mes. Saludo con la mano y la vista fija en el piso a todos los que alzan las manos hipócritamente y expulsan de sus bocas falsas preguntas que son rutinarias en la charla humana. Todos me saludan como si fuera una celebridad menos Clara, una compañera que en toda la sinceridad del mundo le importo un bledo.
8 infinitas horas después de teclear una computadora lenta y obsoleta, haciendo lo mismo día tras día sin modificarlo ni un poco logro conseguir la absolución de mi condena, es decir puedo regresar a mi casa.
Toco el frió botón del ascensor que además de la computadora es la única cosa que me responde sin poner mala cara. Luego de unos minutos llega mi transporte prismático de metal. Sus puertas se abren con falsa hospitalidad y me deja ocupar su ínfimo espacio por lo que dura mi corto recorrido que va del piso ocho a la planta baja. Cuando las puertas se estaban por cerrar y mi viaje a casa apunto de abrirse, una mano trabo el mecanismo e hizo que se reabrieran las hipócritas y espejadas puertas de la maquina transportadora. Entro a mi subibaja cunicular nada más y nada menos que Clara, mi cruel aunque sincera compañera.
Tres pisos más abajo el ascensor se freno estrepitosamente y la única luz que nos alumbraba se apago.
Clara tardo unos segundos en acercarse a mí, luego tomo mi mano y la sujeto con fuerza entre las suyas con firmeza. La mire por sobre mi hombro, y no le di mucha importancia, el miedo hace que la gente haga cosas raras. Poso su cabeza sobre mi hombro y se quedo en esa posición. Sentía en mi brazo y a través de toda la ropa que tenía su temblor por el miedo. Se mantuvo en silencio un largo rato hasta que lo rompió diciendo entre dientes y casi en un susurro “Te amo”. Milagrosamente después de eso el ascensor hizo un fuerte ruido y reinicio su bajada.
Cuando salimos del ascensor estaba lloviendo torrencialmente. La acompañé a la puerta y como no tenía auto me ofrecí a llevarla a su casa.
Cuando llegamos a mi auto ella rompió una vez más el silencio con las mismas palabras y en el mismo tono y de la misma manera.
Una vez dentro de mi auto, y sin que le pregunto me explico el porque de su amor hacia mi, lo cual era la razón de que nunca me saludara.
La charla en el auto fue muy amena, tan amena que los 20 minutos de viaje parecieron 2.
Llegamos a su edificio, y me invito eufóricamente a que entrase a su casa. Acepté educadamente y seguí sus instrucciones para dejar el auto. Caminamos por el garaje hasta las escaleras para ascender a su piso, Clara no quería pisar más ningún ascensor en su vida. Era el 11 y estábamos en el segundo subsuelo. 10 minutos después y habiendo pisado el ultimo peldaño llegamos a la puerta de su piso. Me abrió la puerta y me invito a pasar con una autentica sonrisa de nervios y alegría.
Abrió una botella de vino y me cocino la comida más rica que jamás había comido. Después de cenar y con un café caliente entre las manos nos sentamos en su sillón a hablar de la vida. Lentamente ella se fue acercando a mí, y cuando estuvo a mi lado me miro a los ojos y estiro su cuello para poder posar sus suaves y calidos labios sobre los míos.
6:50 a.m. de la mañana, suena el despertador. Doy un brinco lo desconecto, corro a la cocina y pongo el agua para el desayuno. Lo preparo con delicadeza y prisa al mismo tiempo, lo preparo en una bandeja y la dejo de mi lado de la cama. Despierto a mi novia con un suave y calido beso en la mejilla y le presento su desayuno en la cama. Luego de desayunar juntos me bañé.
Llegue al trabajo, el clima estaba hermoso y el transito súper fluido. Dejé mi auto en la cochera del edificio y subí con ella por la escalera del mismo. La deje en el piso 7 y tome el ascensor. Llego a mi lugar de trabajo y saludo a todos mis compañeros menos a Clara, porque no debemos dejar que se note nuestro amor, en el trabajo no permiten relaciones entre compañeros.

14 sept 2011

El hijo del hades, Final 2


Cuando la joven los perdió de vista, el cielo rugió estruendosamente, y con la velocidad del relámpago Zeus se hizo presente ante ella. “¿Mi hermano hizo lo que creo que hizo?” Pregunto Zeus a Ariadne con los ojos llenos de odio. La joven asintió pesadamente y vio como el dios del olimpo se alejaba haciendo el mismo recorrido que el señor oscuro.
Cuando Zeus los alcanzó detuvo la caravana de Hades, y se puso frente a el. Hades atónito no sabía que hacer, y atino a dejar a dante en el piso y golpear a Zeus con uno de sus puños. El dios del olimpo recibió el golpe de lleno en la mejilla pero su plan había resultado a la perfección. Cuando Hades se dio cuenta que lo que el quería no era pelear sino a Dante, ya era demasiado tarde. Un rayo impacto el cuerpo del joven y segundos después el joven se levanto de su inerte estado y ante el blandió su espada.
Hades callo de rodillas por la sorpresa y sonrió. “Gracias hermanito, me das la oportunidad de eliminar al error a mi mismo” dijo Hades entre risas. Dante sonrió y le dio el espacio a su padre para que se levante y desenvaine su espada.
Después de danzar durante 5 largos minutos un cuerpo se desploma, mientras el otro victorioso posa el pie sobre el cuerpo sin vida. Zeus esbozo una sonrisa y desapareció.
Ariadne estaba aun sentada en el suelo del desierto cuando una mano se poso sobre su hombro. Ella ensimismada en sus penas ni trato de ver quien posaba su mano sobre su hombro.
“¿Como? ¿Cuándo? ¿Por qué?” Dijo la joven entre asombrada, triste y asustada
“Zeus me devolvió mi vida. Hace 15 minutos más o menos. Porque era hora de que el príncipe tomara el lugar del rey” Dijo Dante mientras comenzaba a tocar su violín.
“Hades ha” dijo Persefone cuando vio a Dante en el trono del rey  del hades con Ariadne sentada en el brazo derecho del mismo. “Muerto” completo la frase el joven.

El hijo del hades, Final 1


Cuando la joven los perdió de vista, se paro y los siguió muy lentamente, tratando de que Hades no se percatara de su presencia. Los siguió a través del desierto hasta llegar a un pequeño pueblo donde sus huestes habían llevado todos los cuerpos de los muertos humanos. Allí mismo, se veía una estructura de madera enorme, con forma de catedral. El aparejo de madera estaba hueco, y un grupo de soldados putrefactos vertía en este los restos de las huestes de Zeus. Allí el hijo del señor oscuro fue arrojado, como base de la cúpula.

El hijo del hades


El hijo del hades

 “La felicitamos. Su niño a nacido muy saludable”. Dijo el doctor a la madre en la incomoda posición del parto.
Después de los habituales chequeos el niño fue entregado a la exhausta madre que aún trataba de recuperarse del titánico esfuerzo que hizo al dar a luz a su preciado hijo.
La madre tomó al niño entre sus brazos y vio lo que durante nueve largos meses estuvo en su vientre, y entre sollozos llamo al padre para que viera al nuevo integrante de la familia. El padre estaba exhausto, ya que fue el quien manejo el auto y cargo a su esposa dentro del hospital a falta de ambulancia, pero se acerco a ver quien tantos problemas le había causado a la media noche.
Después de un día de residencia en el hospital, por si surgía algún inconveniente además de chequear una extraña marca que tenia el niño en su brazo derecho, que se asemejaba una llama, la madre fue libre de regresar a su casa. Allí la esperaban sus familiares y amigos, para darle los regalos al neonato, y felicitar a los progenitores.
“Mi hijo se llamará Dante” Dijo el padre a la empleada del registro de las personas. Aunque el nombre decidido había sido Mariano. Cuando la madre vio esto, primero se sorprendió por la desconsideración del padre por cambiarle el nombre al niño sin consultarle a ella, pero al repetirlo en vos alta y ver a la criatura que yacía dormida en su moisés acordó que iba mejor con el niño ese nombre. Lo que si decidieron en conjunto fue no bautizarlo ya que prefirieron dejar al niño elegir su religión, llevándolo a una escuela católica, y evitando inculcarle cualquier fe, o creencia.
 A lo largo de su infancia el pequeño fue criado como cualquier niño de clase alta, yendo al colegio y practicando estudios de música, violín para ser exactos, y entrenamiento en la fina arte de la esgrima, la cual ejecutaba con gran destreza haciéndola parecer una delicada y filosa danza floreada con estocadas y excelsos movimientos de muñeca. Además, y sin requerir ningún estudio, Dante, era muy diestro en el arte de la pintura, en la cual mostraba su gran pasión por las sombras, en las cuales ponía detalles aun mas minuciosos que en las figuras en si.
Cuando cumplió 14 años, recibió una carta sin dirección de retorno. La carta era escrita en un español muy formal, y quien le había hecho la broma hacía llamarse su padre. Recibió dos cartas más de ese remitente desconocido.
Después de tres meses de ausencia el ente que se hacía llamar su padre le envió una cuarta carta en la que lo invitaba a citarse con el en un bar para conocerse. Dante titubeó al leer esas letras, pero decidió ir al lugar acordado para conocer a “su padre”.
El bar al que dante tubo que dirigirse, era uno bastante retirado de la ciudad, pintado de un amarillo crema aunque con grandes señales de la increíble antigüedad del mismo. Al entrar el olor a humedad y humo de cigarrillos logro marearlo, prácticamente embriagarlo y desmayarlo, pero como adolescente fuerte logro sobreponerse al mal estar. Su imagen de aristócrata y su vestimenta tintada por su gusto por lo gótico logro desentonar con todo el bar.
Después de 5 minutos, un hombre de unos 35 años, alto, con barba, y vestido con un aspecto bohemio y rockero, se aproximo a el y lo invito a sentarse en una mesa completamente alejada de todo el mundo. El joven interpreto que el debía ser su “padre” y no dudo en acompañarlo. La mesa estaba cerca de una puerta que nadie abría pero que emanaba un aroma rancio y hediondo que lo descomponía.
El hombre se presento a si mismo como su padre, quien había escrito esas cartas con sus propias manos, y que no lo pudo ver nacer por cuestiones “legales”, cosa que el joven no logro entender. Dante exigió que demostrara ser su padre, que el hecho de haberlo dicho por carta no probaba nada. El hombre se sobresalto y le dijo que se descubriera el brazo derecho y se lo mostrara. El joven desnudo su brazo con gran vergüenza. El hombre sonrió y le mostró su brazo derecho desnudo al joven, que con gran sorpresa enmudeció al ver la misma marca que tenia el en el brazo del extraño. Después de digerir la imagen, dio media vuelta y corrió atravesando el bar, y se dirigió a ningún lugar para lograr metabolizar lo que ahora era una realidad, y lo que antes era verdad que ahora veía convertido en mentira.
“¿Soy adoptado?” pregunto el joven a sus padres cuando logro juntar la fuerza necesaria.
“¡NO! Hijo, sos el fruto de nuestro amor, sangre de nuestra sangre” exclamo el padre con una expresión de tristeza y desilusión en su rostro. Mientras tanto la madre enmudecida asentía con una expresión de horror en su rostro.
El niño les mostró a sus padres las cuatro cartas, y les comento lo que vivió en ese bar.
La madre miro al padre, y le comento que debían hablar. Ambos dejaron el cuarto dejando al joven indefenso y poblado de dudas que no lo dejaban pensar. Para desahogarse el se alejo hacia su habitación a contarle a su único amigo, y quien sabía mejor que nadie como desahogarlo, su violín.
Después de dos horas de ausencia sus padres lo llamaron, y le comentaron que el hombre no había mentido que era su padre, aunque no sabían su nombre. El padre con los ojos llenos de lagrimas tomo un bolso y se alejo con la cabeza agachada, mientras la madre llorando le decía al joven que iban a separase debido a que ella le había sido infiel. El niño de percato de unas marcas rojas en los brazos de la madre, y como rengueaba.
Después de la separación el que hasta los 14 años era su padre desapareció, su madre se suicido, y su padre nunca apareció.
Siendo un joven 17 años alto, con el cabello del color del carbón, y ojos igual de negros, alto y con una figura atlética, su vida fue un verdadero infierno, y nadie lograba entender sus penas, ya que lograba ocultarlas muy bien detrás de su mascara de sonrisas y alegría, quien lograba entender su tristeza era su violín, con quien se desahogaba noche tras noche.
La vida de orfanato fue una pesadilla, estudiar de día, trabajar de tarde, y dormir de noche no le dejaba tiempo para practicar sus artes, ni relacionarse con nadie excepto sus compañeros de calabozo. Hasta que una noche de luna llena mientras el estaba ensimismado tocando su violín una suave voz femenina lo asalto por la espalda, haciendo que se pare de un salto y se ponga en guardia con el arco de su violín como un florete. La portadora de la dulce voz que lo arrebato de su tranquilo sueño musical se sorprendió por la reacción del exaltado joven, y solo atino a esbozar una sonrisa, sonrojarse, y pedir perdón. El cuando termino de entender la situación, le sonrió y se le quedo mirando atónito por la belleza de la joven.
“Dante” dijo el, e hizo una suerte de reverencia con el arco aun pretendiendo ser un florete, y su violín tomado por el mango muy cuidadosamente.
La joven volvió a sonrojarse, y esbozó una tímida sonrisa mientras balbuceaba su nombre: Ariadne. Después de pronunciarlo se quedo mirando al piso como deseando que la tierra la tragase. Después de aclimatarse a su presencia, Dante retomo la postura previa al susto, y volvió a trazar con sus dedos y el arco la dulce danza que emitía una triste y melancólica melodía que cautivaba a quien la escuchase. Ariadne se despertó de su petrificación y fue embriagada por la melodía que emitía el alma de Dante. Después de notar que tenía espectadores, dejo de darle la espalda y sin dejar de tocas se paro y comenzó a tocar con más énfasis, cerrando los ojos para poder concentrarse en la melodía y no en la figura femenina que lograba que confundiera los compases, o confundiera las notas de su improvisado concierto a la melancolía. Después de de tocar un rato, descanso el brazo y escucho un chasquido poco familiar, y cuando alzo a la vista vio a la muchacha aplaudiendo “Tocas muy lindo” dijo, y al culminar la frase volvió su vista al suelo. “Gracias, sos la primera que me escucha tocar, sentite importante” dijo el mientras guardaba su violín en su estuche para protegerlo. Después de acomodar sus pertenencias, se dispuso a irse, pero al pasar al lado de ella no pudo evitar sentir su perfume, cosa que lo desequilibró haciendo que perdiera el paso firme con el que se retiraba del balcón en el que se encontraban. Ella se volteo y al verlo irse intento pronunciar su nombre, pero su timidez le venció en el intento.
Después de días lograron volver a encontrarse de la misma manera, el tocaba su violín siendo oído solo por el viento y la luna, su única compañía en su solitaria vida. Ella llamada por el melancólico sonido del violín se acerco al lugar donde el concertista solitario ahogaba su tristeza. Esta vez evito hacer ruido, intentando no desconcéntralo, y cuando el terminó los compases volvió a aplaudir para hacerse notar a ella y su gusto por las notas del muchacho. El se volteó y descubrió con asombro a su espectadora, y reverencio un agradecimiento por el aplauso. Pero esta vez trato de comenzar una conversación diciendo “Van dos veces que me escuchas tocar” y antes de poder terminar la frase, ella se sonrojo y comento “Es que… desde mi habitación lograba oír vagamente las melodías y quise saber quien tocaba y oír mejor la canción” El joven se sorprendió por el halago a su conversación con su amigo. “Si te molesta no vengo más” dijo ella mientras comenzaba a irse, pero el comenzó a tocar nuevamente, y ella se petrificó “Quedate, dijo el” y siguió tocando. Cuando termino su segunda canción, ella le dedico una sonrisa mientras el reverenciaba el final de su concierto. Ella retomó el intento de huída, pero fue detenida nuevamente por el que menciono su nombre, como invitándola a quedarse. Después de unos minutos de silencio, comenzaron a hablar de estupideces hasta que ella mencionó su melodía y lo triste que sonaba, haciendo que el joven sintiera la necesidad de explicarle el porque de sus conciertos nocturnos. Al escuchar tan triste historia, ella atino a tomarle la mano con fuerza.
Después de dos semanas de encuentros nocturnos a la luz de la luna, y al compás del violín, los jóvenes comenzaron a conocerse mejor, y descubrieron sentimientos muy profundos el uno por el otro.
“Que linda canción que tocaste hoy, aunque no es tan triste como las otras” dijo Ariadne mientras aplaudía a su concertista privado
“Es porque no estoy triste últimamente. Gracias a vos” dijo el mientras se acercaba a ella lentamente
“No digas pavadas, yo no hago nada para que te sientas mejor, simplemente te hablo cada tanto” Dijo nerviosa ella
“Eso es suficiente, además fuiste la única que descubrió mi tristeza” Para ese entonces el ya estaba parado frente a ella. Cuando termino de hablar la tomo entre sus brazos y la besó. Ella quedó perpleja por la acción del joven que hasta ese entonces era “su amigo”.
Después de ese encuentro nocturno, y durante cuatro días la joven no visito el balcón donde se conocieron, donde el toco para la privilegiada señorita, y donde se besaron. Dante comenzó a pensar que ella no lo quería, que no deseaba estar con el. Pero la noche del cuarto día de ausencia, mientras el tocaba pesadamente los compases de una melodía sumamente triste dos manos cubrieron su vista, una dulce y familiar voz le dijo “perdoname si te hice sentir mal, pero necesitaba aclarar mis pensamientos” y al culminar la frase, la joven descubrió los ojos del inmóvil muchacho, para abrazarlo por la cintura. Dante conmocionado por lo sucedido se volteo y tomo entre sus brazos el delicado cuerpo de la joven mientras una lágrima bajaba rodando por su mejilla y caía por ella hasta su mentón. Después de un momento el joven soltó a la muchacha, seco la lágrima, y le pregunto que había sucedido, que aclaro en su mente, que iba a suceder, a lo que la muchacha respondió mirándolo a los ojos y besándolo tiernamente en los labios.
Desde esa noche, en el orfanato se los podía ver muy felices juntos, caminando por el parque, almorzando juntos. Y por las noches el joven le dedicaba las más dulces melodías que sus dedos podían expulsar del elemento causante de su union.
Dos meses pasaron desde esa noche en la que decidieron dejar de ser amigos, para ser algo mas, cuando sorpresivamente su padre biológico dio la cara y lo saco del orfanato separándolo de ella y su razón para sonreír.
“Vamos a poner las cosas claras” dijo el hombre mientras se alejaban del orfanato. “Yo soy Hades, dios del inframundo, y vos el hijo que  Persefone nunca pudo darme” El joven comenzó a reírse a carcajadas del cuento de hadas que le decía el adulto loco.
“¿No me crees? ¿Te lo demuestro?” mientras decía eso, chasqueo los dedos, y ante ellos y rodeada de unas llamas azules apareció una puerta que los trasladó a un lugar frío, gris, atravesado por lo que parecía un río. El que hasta ese momento era un humano, se mostraba rodeado de llamas azules, y un manto negro hecho de sombras. Cuando se volteo, todo el era sombras, excepto dos un cráneo que hacía las veces de cabeza, encapuchado en sombras, con los ojos vacíos de ultratumba, y una macabra sonrisa perfecta, que atemorizaba y helaba los huesos. “¿Ahora me crees?… HIJITO” Dijo la criatura, soltando una carcajada ensordecedora.
El joven se estremeció y perplejo por lo que veía, comenzó a correr en la dirección opuesta a lo que hasta hacía tres minutos había sido un padre abandonador, pero su fuga se vio coartada por un perro tricéfalo, cuya mirada estaba clavada en el muchacho.
“Cerbero, es mi hijito, no es un alma en pena huyendo, o un héroe tratando de rescatar a una persona cercana” Dijo Hades, mientras se aproximaba al joven con los brazos abiertos esperando un fraternal abrazo. El muchacho quedo inmovilizado por el horror, y fue abrazado pro su padre. Cuando ambos cuerpos de tocaron el joven se vio envuelto en un torbellino azul y negro.
Cuando se recobro de su desmayo estaba en una cama muy señorial, en un cuarto lujoso. Atinó a pararse, y aproximarse a un espejo que había ahí para acomodarse antes de salir a inspeccionar donde se encontraba. Cuando vio su reflejo se petrifico. Lo que antes había sido un desprolijo cabello moreno ahora era un lacio y sedoso cabello blanco. Sus ojos tenían el color del rubí. Dante callo sentado, cuando termino de digerir su nueva imagen vio que en un perchero tenía ropa colgada. La ropa no era muy diferente a la que usaba, pero a su estilo gótico se agregaron una larga capa negra que le cubría hasta los talones, una capucha que solo permitía verle los ojos debido a su brillo, y un florete pendiendo de su cinturón. Cuando lo toco, recordó cada segundo que paso entrenando para llegar al nivel que había llegado, y sin titubear un segundo, lo sacó de su vaina y comenzó a danzar los compases que tanto placer le dieron cuando niño, y que ahora emitía chispas azules con cada movimiento del florete.
Al salir de la habitación, se vio en un salón enorme poblado únicamente por una chimenea que estaba encendida en unas llamas azules, dos sillones, su padre, y una mujer que presumía era Persefone. El se acerco a ellos, y saludo con un dejo de desprecio. Ambos lo saludaron cordialmente, y trataron de entablar una conversación, pero el joven secamente exigió saber que pasó que repentinamente lo extrajeron de su apacible vida. “Mira, la cosa esta así, yo te observaba día a día, y como iban bien las cosas con esa chica, decidí dejarte allá” El joven comenzó a enojarse y acerco su mano derecha al florete. “¡NO TE ENOJES! Soy tu padre, ¡CARAJO!” dijo el padre. El muchacho comenzó a extraer de su funda el florete. “Para, no te termine de contar todo. Mi hermanito querido, Zeus, me declaro la guerra, y esta armando un pequeño ejercito… unos cuantos soldaditos, varios héroes… bestias mitológicas. Yo, Hades, dios del inframundo tengo un ejercito mas numeroso, y cantidad de bestias a mi favor, pero me falta un héroe, y contaba con vos” Dijo Hades haciéndose la victima. “Si acepto… ¿que pasa?” pregunto el joven. “Si aceptas harías a tu viejo mas que feliz” balbuceo Hades poniendo su mejor cara de bondad. “Bueno, pero con una condición. Ariadne se viene conmigo, y la transformas en algo como yo” Exigió Dante mientras devolvía el florete a su posición de reposo. “Bueno, mañana anda, buscala, y besala y será una habitante del inframundo, como vos, y a vos no te voy a cagar, sos mi hijo” Dijo Hades mientras chasqueaba sus cadavéricos y huesudos dedos.
Cuando el chasquido dejo de retumbar, Dante se vio en el balcón donde todo comenzó. Allí, frente a el estaba ella abrazando el estuche con su violín adentro, la que fue su primer y único amor. El se acerco por detrás, y le cubrió los ojos con sus manos, y pronuncio el nombre de la joven, con la misma dulzura con la que lo hacia diariamente cuando estaban juntos. Ella atónita, atino a darse vuelta sin abrir los ojos y besarlo, cuando hizo esto, su cuerpo fue envuelto en una llamas color carmesí haciendo cambios como hizo con el. Su cabello que había sido marrón se torno del color de la sangre, y sus ojos color miel se volvieron del color del zafiro.
“Dante, ¿sos vos?” preguntó Ariadne mientras caía en la cuenta que sonaba como su novio, pero no parecía su novio aquella persona que había besado. “Si soy yo, ¿no te gusto? Vos también cambiaste amor” dijo el muchacho mientras mostraba el reflejo de su novia en un espejo que llevaba ella consigo.
Cuando Dante termino el relato, Ariadne parecía perpleja, pero lograba creer todo debido a su cambio repentino.
Después de la rigurosa presentación ante su suegro, y suegrastra, el joven le ofreció una ropa adecuada a su nuevo estatus, y su nueva figura.
Cada día que pasaba Dante entrenaba a ariadne en el arte del uso de la espada. Zeus comenzaba a ordenar sus tropas, y Hades a organizar a las huestes del inframundo. Las bestias fueron domadas tanto del lado de la luz, como de la oscuridad. Las armas fueron afiladas, las armaduras y escudos forjados, y las estrategias diagramadas.
Cuando ambos bandos estuvieron listos y la guerra estaba más que próxima, Zeus trato de diplomar una vez mas, pero Hades cegado por el odio que sentía hacia su hermano no acepto las condiciones mas favorables para el, y sin medir que la guerra le quitaría mas de lo que le otorgaría declararon lo que hasta ese momento era lo mas esperable e indeseable.
El campo de batalla iba a ser un desierto inhabitado, ni los insectos y alimañas se atrevían a pisar el seco páramo de la desolación. Allí ambos líderes apostaron a sus tropas, deseando que el enemigo no supiera su ubicación, y pudieran triunfar con la menor cantidad de bajas posibles.
La batalla fue una verdadera carnicería, las bajas en ambos lados fue inconmensurable, y en el fulgor de la batalla, nadie se percato que el héroe del inframundo, Dante, fue herido de muerte por la flecha de una semidiosa.
Al culminar la batalla, el joven se reunió con Ariadne, y su padre. Pero antes de que pudiera cantar sus victorias, y hacer vitorear la victoria del hades, se desplomo en el suelo prácticamente sin vida.
Ariadne solo atino a voltear el cuerpo de su amado, contemplarlo y estrecharlo entre sus brazos. El joven junto la poca energía que le quedaba y le dijo a Ariadne que la amaba y que se alegraba de que ella halla sobrevivido. A lo que la joven respondió “Podré haber sobrevivido, pero sin vos mi vida no vale nada te a…”  pero no logro terminar la frase, ya que el joven quedo completamente despojado de toda señal de vitalidad. La horrorizada joven rompió a llorar, pero su tristeza se vio coartada por una risa que se escuchaba en el fondo. Cuando volteo a ver quien reía, era Hades.
“Yo sabía como iba a terminar” dijo mientras se acercaba al joven con la intención de llevarlo consigo para que fuera uno mas de los que servirían como ladrillos en la nueva catedral para la adoración de su magnificencia. Cuando estuvo junto a el, lo arranco de los débiles brazos de la joven, y lanzo una larga carcajada al aire.
La joven sollozaba mientras veía a su difunto amado en los brazos de su padre alejarse tristemente…