El hijo del hades
“La felicitamos. Su niño a nacido muy saludable”. Dijo el doctor a la madre en la incomoda posición del parto.
Después de los habituales chequeos el niño fue entregado a la exhausta madre que aún trataba de recuperarse del titánico esfuerzo que hizo al dar a luz a su preciado hijo.
La madre tomó al niño entre sus brazos y vio lo que durante nueve largos meses estuvo en su vientre, y entre sollozos llamo al padre para que viera al nuevo integrante de la familia. El padre estaba exhausto, ya que fue el quien manejo el auto y cargo a su esposa dentro del hospital a falta de ambulancia, pero se acerco a ver quien tantos problemas le había causado a la media noche.
Después de un día de residencia en el hospital, por si surgía algún inconveniente además de chequear una extraña marca que tenia el niño en su brazo derecho, que se asemejaba una llama, la madre fue libre de regresar a su casa. Allí la esperaban sus familiares y amigos, para darle los regalos al neonato, y felicitar a los progenitores.
“Mi hijo se llamará Dante” Dijo el padre a la empleada del registro de las personas. Aunque el nombre decidido había sido Mariano. Cuando la madre vio esto, primero se sorprendió por la desconsideración del padre por cambiarle el nombre al niño sin consultarle a ella, pero al repetirlo en vos alta y ver a la criatura que yacía dormida en su moisés acordó que iba mejor con el niño ese nombre. Lo que si decidieron en conjunto fue no bautizarlo ya que prefirieron dejar al niño elegir su religión, llevándolo a una escuela católica, y evitando inculcarle cualquier fe, o creencia.
A lo largo de su infancia el pequeño fue criado como cualquier niño de clase alta, yendo al colegio y practicando estudios de música, violín para ser exactos, y entrenamiento en la fina arte de la esgrima, la cual ejecutaba con gran destreza haciéndola parecer una delicada y filosa danza floreada con estocadas y excelsos movimientos de muñeca. Además, y sin requerir ningún estudio, Dante, era muy diestro en el arte de la pintura, en la cual mostraba su gran pasión por las sombras, en las cuales ponía detalles aun mas minuciosos que en las figuras en si.
Cuando cumplió 14 años, recibió una carta sin dirección de retorno. La carta era escrita en un español muy formal, y quien le había hecho la broma hacía llamarse su padre. Recibió dos cartas más de ese remitente desconocido.
Después de tres meses de ausencia el ente que se hacía llamar su padre le envió una cuarta carta en la que lo invitaba a citarse con el en un bar para conocerse. Dante titubeó al leer esas letras, pero decidió ir al lugar acordado para conocer a “su padre”.
El bar al que dante tubo que dirigirse, era uno bastante retirado de la ciudad, pintado de un amarillo crema aunque con grandes señales de la increíble antigüedad del mismo. Al entrar el olor a humedad y humo de cigarrillos logro marearlo, prácticamente embriagarlo y desmayarlo, pero como adolescente fuerte logro sobreponerse al mal estar. Su imagen de aristócrata y su vestimenta tintada por su gusto por lo gótico logro desentonar con todo el bar.
Después de 5 minutos, un hombre de unos 35 años, alto, con barba, y vestido con un aspecto bohemio y rockero, se aproximo a el y lo invito a sentarse en una mesa completamente alejada de todo el mundo. El joven interpreto que el debía ser su “padre” y no dudo en acompañarlo. La mesa estaba cerca de una puerta que nadie abría pero que emanaba un aroma rancio y hediondo que lo descomponía.
El hombre se presento a si mismo como su padre, quien había escrito esas cartas con sus propias manos, y que no lo pudo ver nacer por cuestiones “legales”, cosa que el joven no logro entender. Dante exigió que demostrara ser su padre, que el hecho de haberlo dicho por carta no probaba nada. El hombre se sobresalto y le dijo que se descubriera el brazo derecho y se lo mostrara. El joven desnudo su brazo con gran vergüenza. El hombre sonrió y le mostró su brazo derecho desnudo al joven, que con gran sorpresa enmudeció al ver la misma marca que tenia el en el brazo del extraño. Después de digerir la imagen, dio media vuelta y corrió atravesando el bar, y se dirigió a ningún lugar para lograr metabolizar lo que ahora era una realidad, y lo que antes era verdad que ahora veía convertido en mentira.
“¿Soy adoptado?” pregunto el joven a sus padres cuando logro juntar la fuerza necesaria.
“¡NO! Hijo, sos el fruto de nuestro amor, sangre de nuestra sangre” exclamo el padre con una expresión de tristeza y desilusión en su rostro. Mientras tanto la madre enmudecida asentía con una expresión de horror en su rostro.
El niño les mostró a sus padres las cuatro cartas, y les comento lo que vivió en ese bar.
La madre miro al padre, y le comento que debían hablar. Ambos dejaron el cuarto dejando al joven indefenso y poblado de dudas que no lo dejaban pensar. Para desahogarse el se alejo hacia su habitación a contarle a su único amigo, y quien sabía mejor que nadie como desahogarlo, su violín.
Después de dos horas de ausencia sus padres lo llamaron, y le comentaron que el hombre no había mentido que era su padre, aunque no sabían su nombre. El padre con los ojos llenos de lagrimas tomo un bolso y se alejo con la cabeza agachada, mientras la madre llorando le decía al joven que iban a separase debido a que ella le había sido infiel. El niño de percato de unas marcas rojas en los brazos de la madre, y como rengueaba.
Después de la separación el que hasta los 14 años era su padre desapareció, su madre se suicido, y su padre nunca apareció.
Siendo un joven 17 años alto, con el cabello del color del carbón, y ojos igual de negros, alto y con una figura atlética, su vida fue un verdadero infierno, y nadie lograba entender sus penas, ya que lograba ocultarlas muy bien detrás de su mascara de sonrisas y alegría, quien lograba entender su tristeza era su violín, con quien se desahogaba noche tras noche.
La vida de orfanato fue una pesadilla, estudiar de día, trabajar de tarde, y dormir de noche no le dejaba tiempo para practicar sus artes, ni relacionarse con nadie excepto sus compañeros de calabozo. Hasta que una noche de luna llena mientras el estaba ensimismado tocando su violín una suave voz femenina lo asalto por la espalda, haciendo que se pare de un salto y se ponga en guardia con el arco de su violín como un florete. La portadora de la dulce voz que lo arrebato de su tranquilo sueño musical se sorprendió por la reacción del exaltado joven, y solo atino a esbozar una sonrisa, sonrojarse, y pedir perdón. El cuando termino de entender la situación, le sonrió y se le quedo mirando atónito por la belleza de la joven.
“Dante” dijo el, e hizo una suerte de reverencia con el arco aun pretendiendo ser un florete, y su violín tomado por el mango muy cuidadosamente.
La joven volvió a sonrojarse, y esbozó una tímida sonrisa mientras balbuceaba su nombre: Ariadne. Después de pronunciarlo se quedo mirando al piso como deseando que la tierra la tragase. Después de aclimatarse a su presencia, Dante retomo la postura previa al susto, y volvió a trazar con sus dedos y el arco la dulce danza que emitía una triste y melancólica melodía que cautivaba a quien la escuchase. Ariadne se despertó de su petrificación y fue embriagada por la melodía que emitía el alma de Dante. Después de notar que tenía espectadores, dejo de darle la espalda y sin dejar de tocas se paro y comenzó a tocar con más énfasis, cerrando los ojos para poder concentrarse en la melodía y no en la figura femenina que lograba que confundiera los compases, o confundiera las notas de su improvisado concierto a la melancolía. Después de de tocar un rato, descanso el brazo y escucho un chasquido poco familiar, y cuando alzo a la vista vio a la muchacha aplaudiendo “Tocas muy lindo” dijo, y al culminar la frase volvió su vista al suelo. “Gracias, sos la primera que me escucha tocar, sentite importante” dijo el mientras guardaba su violín en su estuche para protegerlo. Después de acomodar sus pertenencias, se dispuso a irse, pero al pasar al lado de ella no pudo evitar sentir su perfume, cosa que lo desequilibró haciendo que perdiera el paso firme con el que se retiraba del balcón en el que se encontraban. Ella se volteo y al verlo irse intento pronunciar su nombre, pero su timidez le venció en el intento.
Después de días lograron volver a encontrarse de la misma manera, el tocaba su violín siendo oído solo por el viento y la luna, su única compañía en su solitaria vida. Ella llamada por el melancólico sonido del violín se acerco al lugar donde el concertista solitario ahogaba su tristeza. Esta vez evito hacer ruido, intentando no desconcéntralo, y cuando el terminó los compases volvió a aplaudir para hacerse notar a ella y su gusto por las notas del muchacho. El se volteó y descubrió con asombro a su espectadora, y reverencio un agradecimiento por el aplauso. Pero esta vez trato de comenzar una conversación diciendo “Van dos veces que me escuchas tocar” y antes de poder terminar la frase, ella se sonrojo y comento “Es que… desde mi habitación lograba oír vagamente las melodías y quise saber quien tocaba y oír mejor la canción” El joven se sorprendió por el halago a su conversación con su amigo. “Si te molesta no vengo más” dijo ella mientras comenzaba a irse, pero el comenzó a tocar nuevamente, y ella se petrificó “Quedate, dijo el” y siguió tocando. Cuando termino su segunda canción, ella le dedico una sonrisa mientras el reverenciaba el final de su concierto. Ella retomó el intento de huída, pero fue detenida nuevamente por el que menciono su nombre, como invitándola a quedarse. Después de unos minutos de silencio, comenzaron a hablar de estupideces hasta que ella mencionó su melodía y lo triste que sonaba, haciendo que el joven sintiera la necesidad de explicarle el porque de sus conciertos nocturnos. Al escuchar tan triste historia, ella atino a tomarle la mano con fuerza.
Después de dos semanas de encuentros nocturnos a la luz de la luna, y al compás del violín, los jóvenes comenzaron a conocerse mejor, y descubrieron sentimientos muy profundos el uno por el otro.
“Que linda canción que tocaste hoy, aunque no es tan triste como las otras” dijo Ariadne mientras aplaudía a su concertista privado
“Es porque no estoy triste últimamente. Gracias a vos” dijo el mientras se acercaba a ella lentamente
“No digas pavadas, yo no hago nada para que te sientas mejor, simplemente te hablo cada tanto” Dijo nerviosa ella
“Eso es suficiente, además fuiste la única que descubrió mi tristeza” Para ese entonces el ya estaba parado frente a ella. Cuando termino de hablar la tomo entre sus brazos y la besó. Ella quedó perpleja por la acción del joven que hasta ese entonces era “su amigo”.
Después de ese encuentro nocturno, y durante cuatro días la joven no visito el balcón donde se conocieron, donde el toco para la privilegiada señorita, y donde se besaron. Dante comenzó a pensar que ella no lo quería, que no deseaba estar con el. Pero la noche del cuarto día de ausencia, mientras el tocaba pesadamente los compases de una melodía sumamente triste dos manos cubrieron su vista, una dulce y familiar voz le dijo “perdoname si te hice sentir mal, pero necesitaba aclarar mis pensamientos” y al culminar la frase, la joven descubrió los ojos del inmóvil muchacho, para abrazarlo por la cintura. Dante conmocionado por lo sucedido se volteo y tomo entre sus brazos el delicado cuerpo de la joven mientras una lágrima bajaba rodando por su mejilla y caía por ella hasta su mentón. Después de un momento el joven soltó a la muchacha, seco la lágrima, y le pregunto que había sucedido, que aclaro en su mente, que iba a suceder, a lo que la muchacha respondió mirándolo a los ojos y besándolo tiernamente en los labios.
Desde esa noche, en el orfanato se los podía ver muy felices juntos, caminando por el parque, almorzando juntos. Y por las noches el joven le dedicaba las más dulces melodías que sus dedos podían expulsar del elemento causante de su union.
Dos meses pasaron desde esa noche en la que decidieron dejar de ser amigos, para ser algo mas, cuando sorpresivamente su padre biológico dio la cara y lo saco del orfanato separándolo de ella y su razón para sonreír.
“Vamos a poner las cosas claras” dijo el hombre mientras se alejaban del orfanato. “Yo soy Hades, dios del inframundo, y vos el hijo que Persefone nunca pudo darme” El joven comenzó a reírse a carcajadas del cuento de hadas que le decía el adulto loco.
“¿No me crees? ¿Te lo demuestro?” mientras decía eso, chasqueo los dedos, y ante ellos y rodeada de unas llamas azules apareció una puerta que los trasladó a un lugar frío, gris, atravesado por lo que parecía un río. El que hasta ese momento era un humano, se mostraba rodeado de llamas azules, y un manto negro hecho de sombras. Cuando se volteo, todo el era sombras, excepto dos un cráneo que hacía las veces de cabeza, encapuchado en sombras, con los ojos vacíos de ultratumba, y una macabra sonrisa perfecta, que atemorizaba y helaba los huesos. “¿Ahora me crees?… HIJITO” Dijo la criatura, soltando una carcajada ensordecedora.
El joven se estremeció y perplejo por lo que veía, comenzó a correr en la dirección opuesta a lo que hasta hacía tres minutos había sido un padre abandonador, pero su fuga se vio coartada por un perro tricéfalo, cuya mirada estaba clavada en el muchacho.
“Cerbero, es mi hijito, no es un alma en pena huyendo, o un héroe tratando de rescatar a una persona cercana” Dijo Hades, mientras se aproximaba al joven con los brazos abiertos esperando un fraternal abrazo. El muchacho quedo inmovilizado por el horror, y fue abrazado pro su padre. Cuando ambos cuerpos de tocaron el joven se vio envuelto en un torbellino azul y negro.
Cuando se recobro de su desmayo estaba en una cama muy señorial, en un cuarto lujoso. Atinó a pararse, y aproximarse a un espejo que había ahí para acomodarse antes de salir a inspeccionar donde se encontraba. Cuando vio su reflejo se petrifico. Lo que antes había sido un desprolijo cabello moreno ahora era un lacio y sedoso cabello blanco. Sus ojos tenían el color del rubí. Dante callo sentado, cuando termino de digerir su nueva imagen vio que en un perchero tenía ropa colgada. La ropa no era muy diferente a la que usaba, pero a su estilo gótico se agregaron una larga capa negra que le cubría hasta los talones, una capucha que solo permitía verle los ojos debido a su brillo, y un florete pendiendo de su cinturón. Cuando lo toco, recordó cada segundo que paso entrenando para llegar al nivel que había llegado, y sin titubear un segundo, lo sacó de su vaina y comenzó a danzar los compases que tanto placer le dieron cuando niño, y que ahora emitía chispas azules con cada movimiento del florete.
Al salir de la habitación, se vio en un salón enorme poblado únicamente por una chimenea que estaba encendida en unas llamas azules, dos sillones, su padre, y una mujer que presumía era Persefone. El se acerco a ellos, y saludo con un dejo de desprecio. Ambos lo saludaron cordialmente, y trataron de entablar una conversación, pero el joven secamente exigió saber que pasó que repentinamente lo extrajeron de su apacible vida. “Mira, la cosa esta así, yo te observaba día a día, y como iban bien las cosas con esa chica, decidí dejarte allá” El joven comenzó a enojarse y acerco su mano derecha al florete. “¡NO TE ENOJES! Soy tu padre, ¡CARAJO!” dijo el padre. El muchacho comenzó a extraer de su funda el florete. “Para, no te termine de contar todo. Mi hermanito querido, Zeus, me declaro la guerra, y esta armando un pequeño ejercito… unos cuantos soldaditos, varios héroes… bestias mitológicas. Yo, Hades, dios del inframundo tengo un ejercito mas numeroso, y cantidad de bestias a mi favor, pero me falta un héroe, y contaba con vos” Dijo Hades haciéndose la victima. “Si acepto… ¿que pasa?” pregunto el joven. “Si aceptas harías a tu viejo mas que feliz” balbuceo Hades poniendo su mejor cara de bondad. “Bueno, pero con una condición. Ariadne se viene conmigo, y la transformas en algo como yo” Exigió Dante mientras devolvía el florete a su posición de reposo. “Bueno, mañana anda, buscala, y besala y será una habitante del inframundo, como vos, y a vos no te voy a cagar, sos mi hijo” Dijo Hades mientras chasqueaba sus cadavéricos y huesudos dedos.
Cuando el chasquido dejo de retumbar, Dante se vio en el balcón donde todo comenzó. Allí, frente a el estaba ella abrazando el estuche con su violín adentro, la que fue su primer y único amor. El se acerco por detrás, y le cubrió los ojos con sus manos, y pronuncio el nombre de la joven, con la misma dulzura con la que lo hacia diariamente cuando estaban juntos. Ella atónita, atino a darse vuelta sin abrir los ojos y besarlo, cuando hizo esto, su cuerpo fue envuelto en una llamas color carmesí haciendo cambios como hizo con el. Su cabello que había sido marrón se torno del color de la sangre, y sus ojos color miel se volvieron del color del zafiro.
“Dante, ¿sos vos?” preguntó Ariadne mientras caía en la cuenta que sonaba como su novio, pero no parecía su novio aquella persona que había besado. “Si soy yo, ¿no te gusto? Vos también cambiaste amor” dijo el muchacho mientras mostraba el reflejo de su novia en un espejo que llevaba ella consigo.
Cuando Dante termino el relato, Ariadne parecía perpleja, pero lograba creer todo debido a su cambio repentino.
Después de la rigurosa presentación ante su suegro, y suegrastra, el joven le ofreció una ropa adecuada a su nuevo estatus, y su nueva figura.
Cada día que pasaba Dante entrenaba a ariadne en el arte del uso de la espada. Zeus comenzaba a ordenar sus tropas, y Hades a organizar a las huestes del inframundo. Las bestias fueron domadas tanto del lado de la luz, como de la oscuridad. Las armas fueron afiladas, las armaduras y escudos forjados, y las estrategias diagramadas.
Cuando ambos bandos estuvieron listos y la guerra estaba más que próxima, Zeus trato de diplomar una vez mas, pero Hades cegado por el odio que sentía hacia su hermano no acepto las condiciones mas favorables para el, y sin medir que la guerra le quitaría mas de lo que le otorgaría declararon lo que hasta ese momento era lo mas esperable e indeseable.
El campo de batalla iba a ser un desierto inhabitado, ni los insectos y alimañas se atrevían a pisar el seco páramo de la desolación. Allí ambos líderes apostaron a sus tropas, deseando que el enemigo no supiera su ubicación, y pudieran triunfar con la menor cantidad de bajas posibles.
La batalla fue una verdadera carnicería, las bajas en ambos lados fue inconmensurable, y en el fulgor de la batalla, nadie se percato que el héroe del inframundo, Dante, fue herido de muerte por la flecha de una semidiosa.
Al culminar la batalla, el joven se reunió con Ariadne, y su padre. Pero antes de que pudiera cantar sus victorias, y hacer vitorear la victoria del hades, se desplomo en el suelo prácticamente sin vida.
Ariadne solo atino a voltear el cuerpo de su amado, contemplarlo y estrecharlo entre sus brazos. El joven junto la poca energía que le quedaba y le dijo a Ariadne que la amaba y que se alegraba de que ella halla sobrevivido. A lo que la joven respondió “Podré haber sobrevivido, pero sin vos mi vida no vale nada te a…” pero no logro terminar la frase, ya que el joven quedo completamente despojado de toda señal de vitalidad. La horrorizada joven rompió a llorar, pero su tristeza se vio coartada por una risa que se escuchaba en el fondo. Cuando volteo a ver quien reía, era Hades.
“Yo sabía como iba a terminar” dijo mientras se acercaba al joven con la intención de llevarlo consigo para que fuera uno mas de los que servirían como ladrillos en la nueva catedral para la adoración de su magnificencia. Cuando estuvo junto a el, lo arranco de los débiles brazos de la joven, y lanzo una larga carcajada al aire.
La joven sollozaba mientras veía a su difunto amado en los brazos de su padre alejarse tristemente…